Ahí estaba, mirando por la ventana sin pensar en nada, en casi todo.
Y esa sensación me inundo el cuerpo, lentamente, como el caer de la noche.
Y había visto mil lunas, algunas bellas, de esas de postal de turista enamorado, otras no tanto… y la había visto, noches incansables de suspiro en los labios, de sudor sobre la piel y de verano. De humo y palabras. Pero esta ves no, esta ves solo la humedad.
El aire diferente, de verano que quiere ser, de flores e insectos, espeso.
Y sin querer llego el día, así, sin avisar, sin siquiera una pista.
Desnuda de tristeza, con la certeza en la piel y la mente limpia tomo el primer trago de café. Buen día