30.10.08
gripe
Era una de esas noches largas, de esas que no duerme y deja morir cigarros en cenizas viejas. Con la garganta irritada y el grito golpeándole los dientes. Las horas pasaban despacio y el fucking día que no terminaba de aclarar.
Desde el cuarto escuchó las llaves y la puerta, el miedo empeoro el dolor de estomago y levantó la cabeza de la almohada.
Lo vio en la puerta, como tantas otras noches, la sonrisa de costado y la mirada perdida. Las manos sucias de tierra y las hojas robadas sobre el suelo.
Las palabras viejas, hartas repetidas otra ves. Y carrera hasta la pieza y la mano en la garganta y el miedo en la piel. Y por favor no grites, que hace miedo y hace noche en este abril que empieza a ser otoño. Y el sol que hace doler sus ojos a través de la persiana. Y nadie le había dicho que la vida era tan dura.
Y la mirada perdida que quiere encontrar, la bilis que se filtra en la garganta. Las manos, esas manos que tan poco construyeron y que ya no sirven de nada. Y otra ves vuelta a empezar y hace tiempo aprendió a maquillarse y a mentir. Mejor que nunca, mejor que nadie a mentir.
Pero esta ves es diferente, y lo sabia. Demasiado larga la noche, demasiada fuerza en el grito, demasiada espera.
Y no recuerda como, simplemente ahí estaba, aces de luz iluminan la habitación y el zumbido en los oídos que no cesa. Y el miedo mata el grito y al caer astillas de madera y mármol la acompañan.
Casi puede oír el tintinear de los casquillos al caer, como en un sueño, cámara lenta, partículas de tela y polvo lo envuelven. Atrás, mas allá de todo, sus ojos miran sin ver, perdida la coherencia en sus rasgos de niño que no es, rendido de locura y ebriedad.
Y no hubo cumpleaños ni sonrisas fingidas, solo horas de silencio y promesas no creídas y mentiras otras ves.
Y hoy respira fuerte y hondo y ve crecer por la ventana esas hojas robadas.
Son fuertes son recuerdo son triunfo
son hojas
21.10.08
triunfo
Escuchaba y me decían, que no me he rendido, quise fracasar.
Y quise gritárselo a lo que quedo de lluvia en la ventana.
Con la piel sin urgencias y la sonrisa en el viento, mi sillón y mi balcón.
Así me quedo
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