Eventualmente escribo de noche, trabajo un poco, dejo de fumar a cada minuto, miro por la ventana.
A veces alguien me observa, otras la noche me hace eco oscuro en la pupila.
Hace poco tu olor me ataco sin reservas. Insistente pero suave, como una caricia de esas que erizan nucas. Al girar el rostro ya se había ido. No eras vos no era nadie.
y lo mejor, lo maravilloso de la noche, fue que nada de eso importaba.
y el frio invariable cortándome la cara
y la noche eterna
y algunas cosas que nunca cambian
y la certeza, casi, de que es mejor así